La dosis mortal
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2010Autor
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Resumen
La fuerza del viento me hace sentir la textura de mis ropas. Las dibuja
enteras al tacto de mi carne. Ciento setenta millas por hora. Diez más que la
última noche. Luz intermitente en contra. Porque la vida no vale nada. ¡Qué
asco! Pueden irse todos al infierno. El poder está en mi corcel de plata. La
rueda pegada al horizonte. Luz en la cara. Ruido de vidrios. Bang. Uno más,
¿o debería mejor decir uno menos? La lista es larga. Oscuridad. Ya se oirán
las sirenas cantándole a mi gloria. Nochebuena. Buena noche. Ciento ochenta
millas por hora. Corro contra la marea para encontrarme de frente con el
destino. Más y más rápido para ver si llego primero. La velocidad es ir en
contravía. Poner a competir el corazón con la aguja y con el Big Ben, el big
bang, que nunca duerme. Al principio fue la luz. Que vengan ahora los
cristales rotos, el último estertor, el esperado. Eso es todo por lo que vivo.
Otro fantasma que recorre el mundo, pero al revés.
Enlace al recurso
Fuente del recurso
- La Tercera Orilla; Núm. 4 (2010)
Enlace a este registro en el Repositorio Institucional UNAB
http://hdl.handle.net/20.500.12749/8702
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- Revista Tercera Orilla [259]